Panem et circenses

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Se acerca el mundial de fútbol del 2010 en Sudáfrica, un país heredero de la Commonweath, donde no hace mucho se daba el Apartheid, una nación con unas diferencias sociales monumentales; el 2º en el ranking mundial de enfermos de VIH. La 1ª potencia en lo que se refiere al número proporcional de homicidios. Además Sudáfrica tiene una de las tasas más altas en violaciones, unas 104 por cada cien mil habitantes, de las cuales, sólo una de cada 9 es denunciada…Pero parece ser que todos estos cálculos importan bien poco a la todopoderosa FIFA, ya que ha escogido a esta paupérrima República como sede, para celebrar allí la hipócrita fiesta universal del balompié. Hay que recordar que el Mundial es un torneo donde se reúnen las mejores selecciones nacionales, es decir, 11 jugadores que representan a esas cárceles capitalistas llamadas estados.
En efecto, el pueblo sudafricano se ha visto obligado a endeudarse aun más en este proyecto, construyendo estadios donde deberían ir los basamentos de escuelas y hospitales. Pero es evidente que eso importa poco o nada a los organismos futbolísticos, con tal de abrir en el continente africano un mercado de fútbol. Para que los negritos compren balones de Nike, que ellos mismos fabrican, antes que una barra de pan.
En mi etapa pueril yo era cuasi un tiffosi, pero cada vez aborrezco más y más el fútbol, porque conforme vas creciendo y madurando, te vas dando cuenta de que sus fines son demoniacos. Como digo, otrora yo disfrutaba viendo correr al Piojo López y celebraba los goles de Mendieta, porque era un hincha incondicional del club del Turia, aunque poco a poco he ido comprendiendo que eso de sentir los colores es una soberana estupidez, porque si luchar por tu país es algo absurdo, entonces imagínense por un club de fútbol dirigido por mafiosos, ¡pues apaga y vámonos!
No y no, no quiero contribuir a ese espectáculo demencial. Lamentablemente el fútbol ocupa la mitad del telediario; la otra mitad lo ocupan las mentiras de los «señoritos»…Y la gente traga, se hace complice, compra el MARCA, el domingo se amodorra en el sofá de su casa viendo los partidos o lleva a su hijo al campo para que aprenda insultos racistas y xenófobos. Naturalmente si gana el mundial España me alegraré, al igual que si se está muriendo tu camarada irremediablemente y le suministras una buena dosis de morfina, eso desde luego le alivia un poco; pero tras la resaca futbolística, las banderitas, la plaza de Colón, la parafernalia del momento, el himno de los granaderos, el grito de PODEMOS…Pues nos encontraremos con un país moribundo, con más de un 20% de la población activa en paro, con una deficiente sanidad pública, con una juventud que no sabe leer ni escribir, con 2 partidos liberales que se turnarán el poder sempiternamente, con una monarquía nefasta, con mas de un millón 300 mil hogares que no ingresan ni un mísero euro al mes…¿Y si pensásemos en vez de hacer el payaso?, que eso si que lo sabemos hacer bien los españoles. Entonces diríamos, ¡coño!, ¿Qué hubo anoche que celebrar en la fuente? NADA.
Los verdaderos colores deberían ser la igualdad de todos los seres que pueblan la tierra, la herencia socialista. Si en vez de sentarnos a ver parar balones a Iker Casillas y ver colar goles a un niñato engominado, nos fueramos a algun barrio exclusivista como la Moraleja o Pedralbes con una recortada a pegar tiros, entonces si que haríamos algo productivo…Pero lo triste es que ni se nos pasan por la cabeza esas ideas, porque la tenemos presa en el Gran Hermano y en las redes de la porteria. A veces olvidamos algo tan básico como que somos el balón. A un esférico lo pisotean, le escupen, pero es algo básico para proseguir el juego.
Me llena de hastío pensar que damos por sentadas algunas cosas como «la herencia burguesa», «las escrituras de las propiedades», «el matrimonio», «que una puta paloma blanca, como esas que cagan encima del capó de tu coche fecundara a la virgen», y un sinfín de disparates y falsedades que no sirven sino para que el yugo se haga más fuerte y para que unos cuantos plutócratas controlen casi todos los recursos de los que dispone el planeta, para que 6000 millones de personas se conviertan en esclavos vitalicios y para su estirpe no reciba más legado que la sumisión perpetua y la miseria. ¿ Y saben cómo me encuentro?, como un soldado sin frente donde librar la batalla contra la tiranía  y la injusticia, porque hasta de la lucha nos despojaron esos cerdos fariseos.
Quien lea esto, seguramente me llamará rojo, apátrida, ignorante…que si lo que uno tiene se lo ha ganado con su trabajo, para que ahora lleguen unos comunistas y se lo quiten. Otros quizá digan, ¿Qué vienes tú, a cambiar el mundo?…Todos esos clichés que a menudo se dicen para compadecernos de nosotros mismos, para desviar nuestra mirada del alma vacía que portamos por ser tan viles y cobardes.
En fin, uno es más feliz viviendo en la oscuridad y aceptando la condición de siervo de por vida, pero no, yo no quiero aprobar esa sinrazón endémica que asola el mundo, yo no me quiero rendir, ¡no señor! la bandera blanca sigue conservando un vivo color bermellón en mi corazón. Sólo espero que a otros tantos les ocurra lo mismo, para que poco a poco la humanidad vaya recobrando la luz que le pertenece, esa que aún no han sido capaces de robarnos los poderosos y que tan caro le costó a Prometeo por arrebatarsela a los dioses.

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